Hola,
soy una niña de cinco años, tengo el pelo negro y dos hermanas. Lo que más me
gusta es jugar en la calle, ¡me encanta! pero ¿sabéis qué? cuando mis padres trabajan
y tengo que quedarme en casa, me gusta estar en mi balcón. Hay
chicos que siempre se están paseando por mi calle, a veces van andando, y otras
en unos coches enormes que hacen mucho ruido cuando aceleran, y muchas veces
tienen prisa, y me despiertan. En frente de mi balcón hay un edificio más alto,
y en la azotea siempre miro al señor que vigila. No sé muy bien qué, quizás a
niños que desde el otro lado también miran por su balcón. A veces pienso, que
sería emocionante poder colarme en ese bloque y saludar a los otros niños desde
el asentamiento judío de Hebrón
en el que vivo, porque no sé si os lo he contado pero vivo en un sitio raro.
Niñas palestinas en el balcón de su casa. Asentamiento judío de Hebrón |
Una niña judía me contó una vez que los palestinos éramos
malos, que habíamos matado a muchos israelís. Yo le pregunté que quién le había
contado aquello y me explicó que en su territorio dentro del asentamiento, y al
que nosotros no tenemos acceso, había citas en la fachadas de los edificios,
una de ellas decía que “En 1929, 67 judíos fueron degollados brutalmente por
parte de la población árabe”. Yo le dije que mis padres no fueron, y que eso
estaba feo, pero no sirvió de mucho.
Soldado israelí en las calles del asentamiento judío en Hebrón |
Y hoy, mientras miraba por mi balcón,
ha vuelto a pasar lo mismo de siempre, sólo que está vez había más turistas
dentro del asentamiento. Eran un grupo de jóvenes, me saludaban sonrientes y me
ha gustado responderles. Les he gritado, preguntándoles ¿qué tal?, pero
no entienden el árabe. Al poco rato los he perdido de vista y enseguida los
palestinos de fuera del asentamiento han comenzado a tirar piedras hacia los
que hasta hacía poco, se paseaban por mi calle, aquellos chicos que visten
igual y que van armados. Creo que los palestinos se quejan porque quieren echar
de aquí a esos señores. Y aunque mi padre me dice que estas cosas no las puedo
decir... os cuento un secreto: Yo también quiero que se vayan.
Mamá me explicó que tenemos diferentes
zonas; la A que controla la Autoridad Nacional Palestina; la B de control
político palestino con ejército militar de Israel; y la C de control total de
Israel. Nosotros estamos en zona B. Pero ojalá no hubiera letras, ni límites,
ni espacios. Ni balas, ni empujones, ni rechazos. Ojalá tuviera la calle entera
para jugar yo sola. Ojalá pudiera salir y entrar al asentamiento sin pasar ese
control, que pita y no me gusta. Ojalá. Cuando no haya fronteras y aquellos
señores nos dejen pasar por las calles que queramos, cogeré mi bicicleta y
correré tanto que notaré el viento en mi cara, fuerte, chocando. Y es que ya os
he dicho antes, ¡me encanta jugar en la calle!
Piedra en Hebrón a pocos metros del asentamiento israelí
Ivana Navarro
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