dilluns, 11 de març del 2013

Pese a todo, sonrisas...


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Irònica pintada al Mur de la Vergonya

"Don't worry, if they kill me I'll call you". Con toda la tranquilidad del mundo pronunciaba Sahid estas palabras el pasado viernes.
La contextualización de esta frívola sentencia es escalofriante: Nos encontramos en Hebrón, considerada una de las ciudades dónde la tensión por el conflicto se siente más que en ningún otro lado. El asentamiento judío en esta ciudad se encuentra en el centro de la misma, habiendo desalojado a sus ciudadanos palestinos, que ahora no pueden andar por la zona. Así pues, paseando por las calles de Hebrón con Sahid, él se debe despedir de nosotros cuando nos disponemos a cruzar al barrio judío. El último palestino que lo intentó fue tiroteado, así, sin más. Nos suelta esa frase, sonríe, se va.

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La actividad nunca cesa en la capital Ramallah
"You look like in hunger strike man". Mahmud, activista palestino. Justo cuando más de dos mil presos palestinos estan en huelga de hambre por sus condiciones de vida y cuando las tercera intifada parece más cerca que nunca, con la muerte de un preso como gota que colma el vaso, Mahmud no duda en bromear sobre ello. "I'm supposed to cry, we really care about the situation but life goes on". La vida sigue, no se puede perder la sonrisa. 


"This is our nice old door". Anthony, cooperante de la ONG Addameer que lucha por la dignificación de las condiciones de vida de los presos palestinos en Israel, nos enseña así la antigua puerta de su sede social. La rebentaron soldados judíos de noche al requisar todos los documentos de la organización, sin preguntas, sin requeriments. Anthony, irlandés, nunca pierde el humor.

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Check-Point en Betlehem
Los palestinos que quieren cruzar del territorio ocupado al israelita deben pasar check-points a diario, denigrantes y con esperas de más de dos horas al antojo del militar de turno y las ganas que tenga de tocar la moral de los ciudadanos palestinos en ese momento. 
Arrestados por el solo hecho de haberse operado en Irán, teléfonos confiscados a ciudadanos australianos por tener un Mohammed cualquiera en su agenda, cortes de agua que sólo permiten a los palestinos disponer de agua corriente los lunes y lo que es más grave: el sentirse atrapado, arrestado bajo una jaula de la que es casi imposible 
salir.

Cualquier humano, cualquier pueblo se hubiese rendido y deprimido hace ya mucho tiempo. Palestina ha aprendido, ha aprendido a combatir la injustícia pero pese a todo, mantener siempre la sonrisa. 

Víctor Núñez

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